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El día que serramos con la motosierra apagada

  • Iván PortilloIván Portillo
  • 17 de julio de 2025

Hoy mi amigo Felipe, jefe de una cuadrilla que tala árboles en la sierra de Madrid, me soltó una historia que todavía me hace sonreír.

Resulta que la empresa contrató a un leñador nuevo y, el primer día, ¡zas! doscientas troncos de madera al suelo sin despeinarse. Todo el mundo alucinó. Lo normal por allí es dejar entre cuarenta y cincuenta troncos listos para la estufa.

Al segundo día bajó a ciento setenta y cinco. Seguía siendo un récord, pero ya se notaba el frenazo.

Al tercero, ciento cincuenta. Gran cifra… pero la curva descendente preocupaba a Felipe, que lo llamó aparte:

—¿Te pasa algo? —le preguntó con la misma cara que ponemos cuando se nos enciende el testigo del aceite en el coche.

—Nada de nada —respondió el leñador, tan ancho.

Felipe decidió observarlo en acción. Cuando Felipe agarró la motosierra y tiró del cordel, se encendió el motor con ese rugido que corta el aire.

El novato dio un respingo y exclamó:

—¡Leches, qué ruido es ese!

Sí, amigo: llevaba tres días serrando árboles… ¡con la motosierra apagada!

Historia inspirada en la anécdota que Mago More comparte en su libro «Superpoderes para la vida diaria».

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¿Cuántas veces hacemos lo mismo? Trabajamos a destajo, con la cabeza llena de “tengo que”, sin detenernos a comprobar si nuestras herramientas —o nuestro enfoque— están encendidos.

Esa prisa ciega nos cobra el peaje más caro: tiempo irrecuperable.

Hoy quiero invitarte a un simple desafío: detente diez minutos y pregúntate si tu “sierra” está encendida.

Quizá descubras que sigues usando un proceso obsoleto para reportar resultados cuando podrías automatizarlo con Notion en un par de clics.

Quizá lleves meses publicando en WordPress sin revisar los plugins que ralentizan tu web.

Tal vez te sientas agotado porque no bloqueas en tu agenda ese rato para afilar tu mente: leer, formarte, respirar.

La productividad no es pisar el acelerador sin límite; es pisar el pedal correcto en el momento justo.

Pon la mirada en lo pequeño que repites cada día. Ajusta, optimiza, delega o elimina. Regalarte esos minutos de mejora te devuelve horas de vida para invertirlas donde de verdad importa: tu familia, tu aprendizaje, tu propósito.


“Dame seis horas para talar un árbol y dedicaré las primeras cuatro a afilar el hacha.” —Abraham Lincoln


👉 ¿Me echas una mano? Responde a este correo y cuéntame qué “sierra apagada” has detectado y cómo piensas encenderla. Así sabré qué historias te ponen las pilas y cuáles no tanto. ¡Te leo!

P.D.1. Si te ha gustado esta reflexión, escribo una diaria, y lo mejor, la tienes aquí.

P.D.2. Y si este post te removió algo, comparte. Al hacerlo, más gente se beneficia, yo entre ellas 😉.

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